GAELITO Y YO

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domingo, 1 de febrero de 2009

LA EDUCACIÓN COMO BIEN PÚBLICO

La educación como bien público
En términos generales, aquí se entiende por “lo público” el bien o el servicio que conviene a todos, de la misma manera, para su dignidad. Son bienes públicos por excelencia: la ley, la justicia, la seguridad ciudadana, la educación, la salud, los servicios públicos, la información y el medio ambiente, entre otros. Cuando estos bienes existen de igual manera para todos, en calidad y oportunidad, hacen posible la equidad. Una sociedad es tanto más equitativa en cuanto más disponga de bienes públicos reales.
Cuando un bien público, como la educación, se ofrece en calidad y oportunidad de una manera para unos sectores y de otra manera para otros, el bien deja de ser público y se convierte en un bien corporativo. En nuestros países hemos aceptado la existencia de educación de diferentes calidades: deficiente para los sectores pobres y de mejor calidad para los sectores pudientes. La educación no es pública por ser ofrecida por el Estado; la educación es un bien público cuando todos los miembros de una sociedad reciben educación de igual calidad, independientemente que sea ofrecida por un establecimiento del Estado o uno privado.
El haber aceptado hacer de la educación un bien corporativo, de una calidad para unos y de menor calidad para otros, ha conducido a un contradictorio fenómeno en muchos de nuestros países: los profesores del sector estatal matriculan a sus hijos en colegios privados.
En cada uno de nuestros países, tendremos una educación pública de calidad cuando nuestros profesores y líderes políticos y sociales eduquen a sus hijos en los colegios oficiales.
Para la educación privada es muy conveniente la existencia de una educación oficial de alta calidad. Mientras mejor sea la calidad de la educación ofrecida por el Estado, sólo podrá existir la educación privada de muy alta calidad. La educación oficial de baja calidad permite la proliferación de colegios privados de baja calidad
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Por otra parte, lograr en nuestros países una educación oficial de alta calidad y accesible a todos los sectores sociales es una condición necesaria para crear equidad. Cuando se desprestigia la educación pública, los únicos perjudicados son los hijos de los pobres, porque los pobres no pueden reemplazar el mal servicio educativo por otro de mejor calidad. Aunque nuestros hijos estudien en colegios privados, todos tenemos que cuidar la calidad y el prestigio de la educación oficial, como una manera efectiva de hacer posible la equidad.
Lo público puede ser también entendido como lo que se opone a lo oculto. Es lo visible para todos, la transparencia. Desde este punto de vista, la información pública estatal, transparente y oportuna, es uno de los factores para crear confianza y apoyo en la sociedad hacia los programas de gobierno y del Estado. Por eso, la relevancia y la necesidad de sistemas estadísticos confiables; de sitios web en donde el público pueda acceder a información sobre licitaciones, contratos, nombramientos, concursos, etc.; de revistas y periódicos que ayuden a comprender las dinámicas, obstáculos y logros de los proyectos del Estado y de los Ministerios.
Lo público pone al centro la equidad, la justicia y la solidaridad, y así se contribuye a fortalecer el pacto social. Esto es posible porque el norte ético de lo público es la dignidad humana, es decir, hacer posibles los derechos humanos.
Es deber de la ciudadanía cuidar los bienes y servicios públicos. De ahí la relevancia de los observatorios y foros ciudadanos que, a través de indicadores de seguimiento, ayudan a crear probidad y la meritocracia administrativa y política. Dentro de este mismo enfoque se enmarca la importancia de los analistas y periodistas creadores de opinión (columnistas). También al empresario, como ciudadano, y a la empresa, como ciudadano corporativo, le corresponde cuidar el fortalecimiento y desarrollo de lo público, aumentando las externalidades positivas y controlando las externalidades negativas1.