Por : Luis Damián CasasLa calidad educativa y la Sociedad d
el Conocimiento son dos conceptos que están muy asociados y tienen una complementariedad recíproca. El tercer milenio caracterizado como la Sociedad del Conocimiento, proyecta la formación de “Sociedades inteligentes” que piensen crítica y creativamente, para ello es necesario modelos educativos que propicien el desarrollo del talento, de las inteligencias y del pensamiento innovador.
El estudio de la calidad educativa tiene varios enfoques. El primero se refiere al concepto de calidad, la dificultad radica en que la percepción de lo que es una educación de calidad depende de quien efectúa la demanda y desde que lugar la formula. En el fenómeno educativo intervienen distintos actores sociales interesados en la educación tales como el Estado, la Iglesia, el sector productivo, los padres de familia, los docentes y la sociedad civil organizada etc., todos tienen expectativas diferentes acerca de la misión que debe cumplir la educación y en consecuencia, cada uno de ellos entiende lo que es calidad en función de sus necesidades y de la forma en que éstas son expresadas en las distintas demandas que le generan al sistema. Consecuentemente, hay tantos conceptos de calidad educativa como grupos que lo formulan.
El segundo enfoque se centra en la efectividad, la calidad educativa es percibida tomando en cuenta la eficacia, relevancia y eficiencia. Veamos el sustento: la eficacia se refiere al logro de objetivos y metas, es decir, un programa será de calidad si logra sus metas y objetivos previstos, esto expresado en el aula podemos decir que se logra la calidad si el alumno aprende lo que se supone debe aprender, dicho de otra manera, un programa es de calidad cuando el estudiante aprende lo programado ya sea en términos de objetivos, o aprendizajes esperados; la relevancia, es expresada por el grado de significatividad, es decir, los programas son de calidad en la medida que incluyan capacidades, contenidos significativos, valiosos y útiles que respondan a las exigencias de formar integralmente al estudiante, preparando excelentes profesionales acordes con las necesidades sociales y la eficiencia se expresa en términos de calidad de los insumos y procesos, es decir, un programa será de calidad cuando cuenta con una adecuada infraestructura, equipamiento y tenga un eficiente uso de los mismos, con excelentes programas de capacitación docente, buenos sistemas académicos, apropiadas técnicas de enseñanza y apre
ndizaje y suficiente equipo para el logro de la calidad.
El tercer enfoque de la calidad educativa se orienta a considerar que en la perspectiva curricular también se tiene una variedad de puntos de vista. El primer planteamiento se expresa en un conjunto de antinomias, la primera antinomia se manifiesta en la orientación curricular dirigida hacia una cultura del futuro o hacia lo tradicional; y la segunda está referida a un currículo orientado hacia la cultura del aprendizaje o hacia la enseñanza. Desde otro punto de vista, existen teorías curriculares que se sustentan en lo “académico escolar” o la de “eficiencia social”, de “reconstrucción social” o la de planteamientos “psicocéntricos” (centrados en el desarrollo psicológico del alumno), “empiriocéntricos,” (centrados en la experiencia del estudiante) y “logo céntricos” (centrados en el conocimiento del alumno).
Cuando reflexionamos sobre la calidad de la educación es posible identificar perspectivas de análisis y conceptualizaciones muy diversas, según los fines y objetivos educacionales de los sistemas educativos.
A partir de mi experiencia profesional y el análisis de diversos sistemas educativos se puede identificar tres niveles de reflexión sobre la calidad educativa:
El primer nivel de reflexión, identificado se refiere a los procesos pedagógicos centrados en la relación del maestro y el alumno, el segundo nivel considera la relación entre la escuela y la comunidad y un tercer nivel expresa la relación entre la escuela y la sociedad.
Antes de desarrollar los tres niveles de análisis de la calidad educativa considero como prerrequisito abordar dos variables fundamentales para entender adecuadamente la calidad educativa, me refiero a la cultura de calidad y la cultura del cambio y desde esta perspectiva planteo como un primer paso, que si pretendemos tener éxito en mejorar la calidad educativa en nuestro país, debemos incorporar en el esquema mental de los docentes, padres de familia, alumnos y la población en general, la cultura de calidad y la cultura del cambio.
Asumimos, que la cultura de calidad, es una “filosofía de vida“, la calidad no es un concepto estático, es una característica de los procesos y objetos que indica perfeccionamiento, mejora y logro de metas. Calidad no es igual a perfección .Ninguna acción humana y por lo tanto ningún sistema educativo puede ser perfecto, pero sí puede y debe aspirar a mejorar. Cuando nos referimos a un programa o sistema educativo de calidad, estamos señalando que aquel ha alcanzado estándares superiores de desarrollo en lo filosófico, científico, pedagógico o humano.
La cultura de calidad es un modo de apreciar y percibir la vida, es un estilo de vida que el ser humano incorpora a su estructura mental y a sus actos cotidianos. Poner en acción la cultura de calidad básicamente requiere de dos elementos: hacer uso del sentido común o pensamiento lógico; y poner la voluntad de hacer bien las cosas, desde el principio.
La cultura del cambio es un fenómeno social que se expresa en el entendimiento de ese proceso acelerado de avance de la ciencia y tecnología identificado por los futurólogos como megatendencias, explicitado en los macro cambios y micro cambios. El cambio es una diferencia que ocurre a través del tiempo. El cambio, como diferencia dinámica ocurre a medida que pasa el tiempo. La cultura de cambio
es entender el cambio, entender nuestros límites para sobrevivirlo o explotarlo, relacionar su acción con nuestras situaciones institucionales o empresariales, capitalizar los nuevos elementos culturales que se están creando. La cultura del cambio es percibir que el cambio es irreversible, que el cambio es indeterminado si no se considera el tiempo, entender que nuestra habilidad de percibir el cambio está limitada por nosotros mismos. La educación como fenómeno social, histórico e ideológico no se aísla de esa vorágine de cambios acelerados que vive la humanidad, innegablemente las ciencias de la educación han avanzado vertiginosamente durante estas dos últimas décadas; los aportes de la antropología, sociología, ciencias de la comunicación, la neurociencia, la biología, y psicología cognitiva están siendo asimilados en los modelos pedagógicos modernos.
En el análisis de la calidad educativa en la relación entre Escuela y Sociedad, debemos tener en cuenta, que el siglo XXI se caracteriza porque, la humanidad está viviendo una etapa denominada Sociedad del Conocimiento definida porque el eje del poder se ubica en la creación de nuevos conocimientos, en la innovación de la información, en el cerebro de los creativos y de los divergentes. Un Estado que tiene metas y objetivos estratégicos por alcanzar altos niveles de calidad de vida y desarrollo humano de su población tiene que incorporar en su reflexión diagnóstica, en sus políticas y estrategias, el entorno caracterizado por un proceso de globalización con alto grado de competitividad. La competitividad es la capacidad que tiene una organización pública o privada, lucrativa o no, de mantener sistemáticamente ventajas comparativas que le permitan alcanzar, sostener y mejorar una determinada posición en el entorno socioeconómico. La ventaja comparativa de un Estado y sistema educativo moderno está en su habilidad, recursos, conocimientos y atributos de los que disponen dicho Sistema, los mismos de los que carecen sus competidores o que estos tienen en menor medida y que hace posible la obtención de unos rendimientos superiores a los demás.
La competitividad no es producto de una casualidad, ni surge espontáneamente; se crea y se logra a través de un largo proceso de aprendizaje. En el campo educativo la ventaja comparativa consiste en tener una población innovadora, el valor agregado será desarrollar sistemáticamente el PENSAMIENTO CREATIVO en toda la población estudiantil y que a la postre vendrá a ser el contingente con un Potencial energético Humano, innegablemente esta será la masa crítica divergente, innovadora con capacidad de crear tecnología o nueva información, y consecuentemente producirá nuevas patentes, que redundarán en beneficio del país.
La competitividad y la calidad educativa están asociadas, el valor agregado se
expresa en el desarrollo sistemático; en el corto, mediano y largo plazo de las herramientas mentales de los niños, adolescentes y jóvenes ; es decir, en el desarrollo del talento, de las capacidades, destrezas y habilidades intelectuales en todo el proceso formativo. La gran idea fuerza que nos plantea como exigencias la Sociedad del Conocimiento es la de contar con un contingente de jóvenes, innovadores, creativos y emprendedores.
En la relación Escuela y Sociedad un País que aspira, que en los próximos treinta años tenga un Estado competitivo, eficiente, solvente, con altos niveles de calidad de vida de su población y exhiba los mejores índices de Desarrollo Humano, desde hoy, tiene que plantearse un sistema educativo que invierta en el cerebro de sus niños, adolescentes y jóvenes, desarrollando a través del aprendizaje su inteligencia y promoviendo prioritariamente el pensamiento innovador. Esta es la ventaja comparativa de una educación de calidad que se expresa en la calidad de los aprendizajes.